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Escenas: “Gattaca” (1997)

gattacaGattaca” es, sin lugar a dudas, una de las propuestas cinematográficas de ciencia-ficción más inolvidables de los últimos años, por su estética, por su humanismo, por sus trabajados personajes, por la sobriedad en que rueda las escenas Niccol (siendo su ópera prima), por la música inconmensurable de Michael Nyman y por ser un film que reúne a partes iguales reflexión y emoción.

Una película sobre la condición humana, sobre la deshumanización de una sociedad futura no tan lejana (la frialdad en la estética de los edificios es proporcional a la de las relaciones entre personas), sobre la autosuperación, el esfuerzo, la paciencia y la constancia de un hombre nacido de forma natural (Ethan Hawke) con aspiraciones superiores (las de hombres modificados genéticamente, los cuales al desconocer la adversidad, el concepto de esfuerzo es inexistente y por tanto no experimentan superación alguna).

Personajes que luchan por sus objetivos e ilusiones superándose diariamente (Hawke) y personajes rendidos (Jude Law) que, obligados por una lesión a jugar en una segunda división social, se resignan y prefieren renunciar al bien más preciado, porque en ellos el esfuerzo no es innato, no han nacido para demostrar nada o superar a nadie, siempre han sido los número uno y son incapaces de aceptar cualquier otra cosa.

Podría haber incluído el magnífico final del film, pero prefiero adjuntaros tres cortes de la película, las tres escenas del juego de “la gallina” entre los dos hermanos (Ethan Hawke y Loren Dean), en donde vemos el premio a la constancia y al espíritu de superación. La primera es cuando son niños, la segunda es cuando son jóvenes, la tercera es cuando Vincent (Hawke) está a punto de hacer realidad su sueño: viajar al espacio.

Un clásico contemporáneo. Un film sumamente minimalista, inteligente y redondo en todos los aspectos. Y porque no decirlo,.. una obra maestra cuyo visionado siempre enriquece y llena a cualquier espectador. No creo que haya mejor frase para resumir el film que el eslogan de su poster: “No hay gen para el espíritu humano“.

Xavi Darko

Hastiado de los klingons y trolls que proliferaban en mi escuela secundaria, acabé mudándome a Tatooine, un lugar libre de trekkies en donde a pesar de los cansinos Tusken, abundaba el buen tiempo, el mercadeo y las carreras de vainas. La paz y la tranquilidad reinaban hasta que un buen día quedaron quebrantadas por la irrupción de un tipo peculiar cuyo perfil se ajustaba al de los tifosi radicales del AC Milan. Se hacía llamar Darth Maul y entre hostia y hostia me rebeló que era mi padre. Como buen desertor sith, decidí migrar a un planeta verde y fértil llamado Endor del cual fui posteriormente desterrado debido al incendio masivo de cabañas de unos cada día más insoportables ewoks. Sin ganas de más mamoneo intergaláctico, decidí volver al mundo real y escribir sobre cine, tanto del que adoro como del que aborrezco. Cuando me jubile espero vivir en Hill Valley y escribir críticas positivas de las cintas de Uwe Boll.

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