Rafael (Ricardo Darín) dedica 24 horas al día a su restaurante, está divorciado, ve muy poco a su hija, no tiene amigos y elude comprometerse con su novia. Además, desde hace mucho tiempo no visita a su madre, internada en un geriátrico porque sufre el mal de Alzheimer. Una serie de acontecimientos inesperados le obligan a replantearse su vida. Entre ellos, la intención que tiene su padre de cumplir el viejo sueño de su madre: casarse por la Iglesia.
Hablar de “El hijo de la novia” es hablar de cine verdadero. Aunque algunos confunden cine sentido con sensiblería, la película de Campanella -la segunda dentro de su particular trilogía acerca de la família- es una cinta que apuesta por la emoción desde la inteligencia (aunque en algunos casos flirtee ligeramente con la sobredosis emocional), que resulta totalmente equilibrada combinando a la perfección el drama con la comedia y tratando temas como la esclavitud laboral, la tremenda separación social entre padres e hijos, la falta de compromiso, la redención emocional mediante la liberación de sentimientos reprimidos y la búsqueda de los sueños (esa tardía boda que el personaje de Alterio pretende cumplir con su amada de toda la vida).
Con unas interpretaciones majestuosas de Héctor Alterio (atención a la escena en el restaurante cuando le explica a su hijo su proyecto de boda), Ricardo Darín (como siempre, sensacional), Eduardo Blanco (el máximo exponente cómico dentro de esta propuesta) y la española Norma Aleandro, unido a una dirección tremendamente acertada hacen de “El hijo de la novia” un film más que notable, todo un homenaje al cine de buen gusto con una historia amable llena de verdades y en donde mediante personajes desnudados por las circunstancias vislumbramos la belleza de la cotidiano y el amor que merecen nuestros seres queridos.
La escena que os adjunto es ligeramente lacrimógena aviso, pero personalmente me gusta ese acercamiento entre madre e hijo y sobre todo por esa redención del personaje de Darín, alejado totalmente de aquel egoísta sin escrúpulos visto al inicio del film. Otra escena muy destacable y que a un servidor le gusta especialmente es la que transcurre en el restaurante donde el padre (Héctor Alterio) le comunica a su hijo (Darín) su intención de casarse con su madre, aunque ésta padezca de alzheimer. Espero que la disfrutéis: