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Escenas: “Cuando el destino nos alcance” (1974)

Ubicada en el año 2022, la película presenta una distopía. La ciudad de Nueva York está habitada por más de 40.000.000 de habitantes, radical y físicamente separada entre una minoría que vive cómodamente y una mayoría hacinada en calles y edificios donde malvive con agua en garrafas y dos variedades de un producto comestible, soylent rojo y soylent amarillo que son la única fuente de alimentación de la mayor parte de la población. En el filme, la carestía generalizada es el resultado del agotamiento de recursos naturales, la degradación ambiental extrema y la sobrepoblación. No obstante, a pesar del ambiente desolador, sobrevive una pequeña élite que mantiene el control político y económico y puede acceder a ciertos lujos como verduras y carne.

Robert Thorn (Charlton Heston) vive con su amigo Sol Roth (Edward G. Robinson) quien sólo rememora el pasado, cuando el planeta era más habitable. Thorn, policía de Nueva York, se ve involucrado en la resolución del caso del asesinato de uno de los principales accionistas de Soylent, que ha muerto golpeado en su casa. Soylent verde es el nuevo producto alimenticio sacado al mercado que anuncian se produce con plancton de todos los océanos.

El seguimiento de las pistas se vuelve difícil entre una trama que elimina toda posible búsqueda de la verdad y un ambiente espeso y desesperanzado que hace más y más asfixiante el desarrollo de la película.

Cuando el destino nos alcance” (libre traducción del más idóneo título original “Soylent green“) pertenece a un tipo de ciencia ficción más reflexiva que pirotécnica, más profética que incoherente. Se trata de una gran cinta de sci-fi con pocas conexiones con la mayoría de las producciones actuales del género, las cuales parecen más preocupadas por la cantidad de explosiones / minuto que por contar una historia con cara y ojos. Todo lo contrario ocurría a finales de los sesenta y a lo largo de la década de los setenta en donde este tipo de cine disfrutó de una segunda época dorada tras la de los años cincuenta. La película en cuestión es una de esas cintas injustamente semiolvidadas que desde luego merecen ser rescatadas.

Soylent green” es rica en escenas destacables, pero si algo merece ser recordado (a parte de la interesantísima trama) es la labor de Edward G. Robinson, cuyas apariciones llenan la pantalla de talento interpretativo merendándose al resto del reparto. De todas las escenas en donde aparece, me quedaría con dos. La escena de la comida, en donde Heston (por primera vez) y G. Robinson (de nuevo) comen un “manjar” para nada habitual en aquellos tiempos (lechuga, tomate, vino,..) dejando por un día la sintética comida futurista de la empresa Soylent. Su rostro es la viva imagen de la nostalgia y el infinito disfrute. Aunque quizás la que más le guste a un servidor de toda la película – a parte de ese trágico y nada esperanzador final – sea la de cuando SPOILER Sol (Edward G. Robinson) decide suicidarse en un sitio llamado El Hogar, el cual recrea el mundo como era en su época de juventud mientras muere y sólo acierta a decir a Thorn (Heston) que siga su cuerpo como pista antes de desaparecer. El seguimiento de su cadáver ofrece a Thorn el destino real de todos los cuerpos. Un sacrificio que posibilitará conocer la terrible verdad que se esconde a la sociedad. FIN SPOILER

Una escena memorable y emotiva, con una interpretación colosal de Edward G. Robinson observando y lamentando todo lo que el hombre ha echado a perder. Estos minutos en pantalla, serían a la postre su testamento en el cine, pues pocos días después moriría. Gran ciencia-ficción ecológica a cargo del siempre notable Richard Fleischer que supone una visión apocalíptica sobre la degradación ambiental y las consecuencias de la superpoblación.

Xavi Darko

Hastiado de los klingons y trolls que proliferaban en mi escuela secundaria, acabé mudándome a Tatooine, un lugar libre de trekkies en donde a pesar de los cansinos Tusken, abundaba el buen tiempo, el mercadeo y las carreras de vainas. La paz y la tranquilidad reinaban hasta que un buen día quedaron quebrantadas por la irrupción de un tipo peculiar cuyo perfil se ajustaba al de los tifosi radicales del AC Milan. Se hacía llamar Darth Maul y entre hostia y hostia me rebeló que era mi padre. Como buen desertor sith, decidí migrar a un planeta verde y fértil llamado Endor del cual fui posteriormente desterrado debido al incendio masivo de cabañas de unos cada día más insoportables ewoks. Sin ganas de más mamoneo intergaláctico, decidí volver al mundo real y escribir sobre cine, tanto del que adoro como del que aborrezco. Cuando me jubile espero vivir en Hill Valley y escribir críticas positivas de las cintas de Uwe Boll.

1 Comentario

  1. Mary castellanos dice:

    Excelente escenas, muchas gracias.

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