En una isla del Mississippi, dos chicos descubren a un fugitivo llamado Mud. Ha matado a un hombre para proteger al amor de su vida, Juniper, y ahora se oculta de los cazadores de recompensas. Los chicos acceden a ayudarle a reunirse con ella y preparar su huida juntos, sin saber que la aparición de Mud significará el fin de sus infancias.
“Mud” es un film cocinado a fuego lento. Dotado de un ritmo pausado, perfecto para desarrollar a los personajes, y de una atmósfera inquietante, extrañamente malsana y que desprende un malrollismo subterráneo (algo que Nichols ya hizo y muy bien en la extraordinaria “Take Shelter“), el film consigue recuperar el sabor añejo de las novelas sureñas de Mark Twain (desde Huckelberry Finn a Tom Sawyer) y de cintas juveniles ochenteras tipo “Cuenta conmigo“, abarcando temas tales como el primer amor, el fin de la inocencia, la lealtad, la redención, los errores del pasado, la importancia del río, el honor, la pérdida y la familia.
Con una catarsis final que parece sacada del mejor de los westerns, sería injusto olvidar dos de los elementos esenciales que convierten a este drama rural en un auténtico peliculón (a parte de la labor de realización y guión): una exquisita dirección de fotografía a cargo de Adam Stones (tanto en escenas diurnas como en nocturnas) y un elenco actoral en estado de gracia. Dentro del casting destacan dos nombres propios: Tye Sheridan como el joven protagonista y un Matthew McConaughey (el cual lleva unos años absolutamente sembrado) estupendo creando un personaje que se mueve entre lo inquietante y lo cercano. Un equilibrio muy complejo de interpretar.
Os dejo con 100 capturas ampliables en calidad 1080p. Fijaros en el plano que abre la película y en el que la cierra. Son muy similares, pero allí donde había oscuridad, ahora hay luz. Espero que las disfrutéis.
Hastiado de los klingons y trolls que proliferaban en mi escuela secundaria, acabé mudándome a Tatooine, un lugar libre de trekkies en donde a pesar de los cansinos Tusken, abundaba el buen tiempo, el mercadeo y las carreras de vainas. La paz y la tranquilidad reinaban hasta que un buen día quedaron quebrantadas por la irrupción de un tipo peculiar cuyo perfil se ajustaba al de los tifosi radicales del AC Milan. Se hacía llamar Darth Maul y entre hostia y hostia me rebeló que era mi padre. Como buen desertor sith, decidí migrar a un planeta verde y fértil llamado Endor del cual fui posteriormente desterrado debido al incendio masivo de cabañas de unos cada día más insoportables ewoks. Sin ganas de más mamoneo intergaláctico, decidí volver al mundo real y escribir sobre cine, tanto del que adoro como del que aborrezco. Cuando me jubile espero vivir en Hill Valley y escribir críticas positivas de las cintas de Uwe Boll.