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“13 assassins”, de Takashi Miike

El noble samurai Shinzaemon Shimada (Kôji Yakusho) recibe el encargo secreto de asesinar al cruel señor feudal Naritsugu (Gorô Inagaki) para frenar su sanguinario ascenso hacia el poder. Junto a un grupo de doce de hábiles samurais, Shinzaemon prepara una emboscada para capturar al enemigo. Naritsugu posee un ejército letal capitaneado por el despiadado Hanbei (Masachika Ichimura), enemigo acérrimo de Shinzaemon, y sus hombres están listos para las misiones suicidas. Además, Naritsugu tiene a su favor una superioridad numérica de quince a uno.

13 assassins“, el último film del prolífico (y enfermizo) Takashi Miike, se estrena en breve en los USA y en UK lo hará en mayo, pero aquí desde su pase en el pasado festival de Sitges, ni rastro. Como ocurre siempre, nunca destacamos en este tipo de cosas, más bien en todo lo contrario: retrasos sonados o cancelaciones. Y no me refiero sólo al maltratado cine asiático.

Resulta poco probable que una cinta de esta índole se estrene en nuestras salas, (aunque no tendría porque ser así, viendo los casos de “Zatoichi” o “El ocaso del samurai” y su modesto éxito gracias en parte al boca-oreja), pero hoy en dia impera la ley del riesgo nulo, por tanto, sólo queda que una distribuidora tipo Versus Entertainment, Media3 o Cameo, la editen directamente en formato doméstico. Y si puede ser en una edición digna, por favor.

Quizás Takashi Miike sea un realizador un tanto sobrevalorado y muy excesivo, pero eso no quita que su obra contenga elementos interesantes y resulte ser de carácter muy diverso (no hay género que se le resista al nipón).

Os dejo con su estupendo trailer:

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Xavi Darko

Hastiado de los klingons y trolls que proliferaban en mi escuela secundaria, acabé mudándome a Tatooine, un lugar libre de trekkies en donde a pesar de los cansinos Tusken, abundaba el buen tiempo, el mercadeo y las carreras de vainas. La paz y la tranquilidad reinaban hasta que un buen día quedaron quebrantadas por la irrupción de un tipo peculiar cuyo perfil se ajustaba al de los tifosi radicales del AC Milan. Se hacía llamar Darth Maul y entre hostia y hostia me rebeló que era mi padre. Como buen desertor sith, decidí migrar a un planeta verde y fértil llamado Endor del cual fui posteriormente desterrado debido al incendio masivo de cabañas de unos cada día más insoportables ewoks. Sin ganas de más mamoneo intergaláctico, decidí volver al mundo real y escribir sobre cine, tanto del que adoro como del que aborrezco. Cuando me jubile espero vivir en Hill Valley y escribir críticas positivas de las cintas de Uwe Boll.

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