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Escenas: “Tintín: El secreto del unicornio” (2011)

tintin posterIndependientemente del vapuleo un tanto injusto recibido por parte de muchos críticos y espectadores, la última película del rey Midas hollywoodiense es una absoluta joya a nivel visual, de eso no cabe duda. Animación de primer orden y magistral la manera en que Spielberg mueve la cámara y la libertad que ésta proporciona a la acción. Ya no hablemos del uso del 3D, que resulta memorable.

Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio” (planteada como si fuera voluptuoso cómic strip) contiene ese espíritu añejo de la aventura y la acción muy a lo Indiana Jones en un perfecto ejercicio de dinamismo visual (la cámara no para de moverse, constantemente cambiamos de localización y el oscarizable montaje de Michael Kahn emula a las viñetas de Hergé).

Pero el protagonista absoluto de esta brillante pieza de animación no es el tipo del tupé o el borrachuzo del capitán Haddock sino el plano secuencia y como éste nos sumerge literalmente en la historia mediante unas transiciones imposibles que ponen a prueba la capacidad de la informática para imitar la realidad (siempre con un tono pulp y escatalógico claro).

El momento álgido de la cinta en este aspecto se da durante la persecución por el pueblo magrebí en un espectacular e imposible plano secuencia de tres minutos de duración. Por cierto, no os asustéis si véis como a Milú le llaman Snowy, es su nombre anglosajón (sic). Disfrutarlo porque secuencias así no se ven todos los días.

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Xavi Darko

Hastiado de los klingons y trolls que proliferaban en mi escuela secundaria, acabé mudándome a Tatooine, un lugar libre de trekkies en donde a pesar de los cansinos Tusken, abundaba el buen tiempo, el mercadeo y las carreras de vainas. La paz y la tranquilidad reinaban hasta que un buen día quedaron quebrantadas por la irrupción de un tipo peculiar cuyo perfil se ajustaba al de los tifosi radicales del AC Milan. Se hacía llamar Darth Maul y entre hostia y hostia me rebeló que era mi padre. Como buen desertor sith, decidí migrar a un planeta verde y fértil llamado Endor del cual fui posteriormente desterrado debido al incendio masivo de cabañas de unos cada día más insoportables ewoks. Sin ganas de más mamoneo intergaláctico, decidí volver al mundo real y escribir sobre cine, tanto del que adoro como del que aborrezco. Cuando me jubile espero vivir en Hill Valley y escribir críticas positivas de las cintas de Uwe Boll.

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