Isla de Wight (Gran Bretaña). El hospital infantil de Mercy Falls está a punto de cerrar sus puertas tras más de un siglo de funcionamiento. La mayoría del personal ya ha sido despedido y sus instalaciones han sido prácticamente desmanteladas.
Amy, una enfermera americana, llega a Mercy Falls para cubrir el turno de noche mientras se lleva a cabo la evacuación de los últimos niños a otros centros. Pero pronto detecta algo extraño: los niños están nerviosos, asustados, hablan de algo intangible, invisible, algo lleno de dolor y de odio. Algo a lo que los niños llaman la niña mecánica. Y aseguran que vive arriba, en la segunda planta, la planta que fue clausurada hace más de cuarenta años. Poco a poco, esta presencia se irá haciendo más y más evidente, más agresiva. Oculta entre las sombras, se mueve por los corredores del hospital. Porque este hospital esconde un secreto, algo aterrador que ha vuelto del pasado. Y para descubrir la verdad y proteger a los niños, Amy tendrá que enfrentarse a los que no quieren creerla, a sus propios miedos, a su propio pasado, a la verdad. Pero esta verdad es mucho más oscura de lo que nadie sospecha. Más siniestra. Y más peligrosa.
Si con “Darkness” Balagueró bajó un poco el listón -una cinta irregular además de poco contenida en algunos momentos- con respecto a la espléndida “Los sin nombre“, aquí de nuevo demuestra que tiene talento innato a la hora de contar historias entorno a la oscuridad y lo sobrenatural. La acción sigue situándose en casas encantadas o en edificios siniestros y opresivos. La importancia del espacio y cómo jugar con éste es algo vital en el film. Toda su filmografía ha tenido ese nexo en común: en “Darkness” era una casa de familia que se transformaba en un infierno inquietante y tenebroso, en “Frágiles” tenemos un hospital infantil con un oscuro pasado y una segunda planta abandonada y misteriosa, en la tvmovie “Para entrar a vivir” un edificio sórdido que adentra a los personajes en un tour de force de tensión, gritos, sangre y angustia, en el díptico “[•REC]“, un bloque lleno de infectados se convertía en un lugar en cuarentena sin escapatoria y en “Mientras duermes” un lugar aparentemente cálido y cercano pero con portero cabronazo, frustrado y obsesivo al mando.
En “Frágiles” nos encontramos con una historia repleta de esos elementos que tanto obsesionan al cineasta catalán como son la oscuridad, los niños, los límites del dolor, la infancia perdida, el desencanto de la soledad, el personaje femenino enfermizo y desquiciado, las consecuencias de la locura, el uso del vídeo como vehículo para inquietar o un pasado tenebroso con cuentas pendientes.
Cuidadísima ambientación, unos personajes y una trama mejor construida que en otras ocasiones (la niña no es repelente y me encantan esas médiums), gran factura y actuaciones más que decentes conforman una cinta que se sitúa dentro de lo mejorcito en la filmografía de Balagueró. Y es que reconozcámoslo, la historia de la niña mecánica (la cual logra inquietar un rato) es lo mejor que ha hecho el leridano después de la saga “[•REC]” y su reciente y notable “Mientras duermes“.
Os dejo con una de las escenas finales del film. La más emotiva de toda la película sin duda y que sirve de conexión entre el mundo de los vivos y de los muertos con un toque mágico. Un buen film sobre fantasmas con un lado muy humanista.