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Escenas: “El regreso de los muertos vivientes” (1985)

return_peqFrank y su aprendiz Freddy terminan su turno en un almacén de productos sanitarios. Charlando, Frank cuenta al joven que los hechos narrados en la película “La noche de los muertos vivientes” (George A. Romero, 1968) fueron reales, pero han sido ocultados por las autoridades. Para convencer al chico de que no miente, le lleva al sótano, donde le enseña un barril que contiene a uno de los zombies, y el gas que en su momento le devolvió la vida. Accidentalmente abren el barril, liberando tanto al muerto viviente como el gas, que alcanza un cementerio cercano. Sin saberlo, un grupo de jóvenes que han ido a pasar la noche al cementerio serán testigos del despertar de los muertos. Debut en la dirección de Dan O’Bannon, guionista de la saga “Alien“, “Desafío Total” y “Lifeforce“.

Para un servidor, la primera mitad de la década de los 80 tiene tres grandes joyas del cine de terror norteamericano de bajo presupuesto: “Posesión infernal” de Sam Raimi, “Re-Animator” de Stuart Gordon y “El regreso de los muertos vivientes” de Dan O’Bannon. Tres horror movies de marcada serie B, con altas dosis de humor negro, que se caracterizan por su ingenio a la hora de abordar soluciones cinematográficas puramente artesanales desde un presupuesto de cuatro duros, combinando a la perfección escenas de generoso gore con otras repletas de sugerencia (el limitado bolsillo no siempre es un hándicap si se sabe gestionar bien). Tres películas frescas, desvergonzadas y genuinamente divertidas.

Centrándonos ya en el film de O’Bannon, la principal virtud de este divertimento zombie ochentero es su ocurrencia y originalidad a la hora de plantear nuevas variantes dentro del mito. Si en las cintas de Romero u otros, los muertos vivientes son seres lentos, sin alma, incapaces de comunicarse (con los gemidos y las babas les basta) y cuyo punto débil es el cerebro (es decir, que si les atravesaban la cabeza, morían), en “El regreso de los muertos vivientes” tenemos a unos zombies tremendamente ágiles y rápidos, que marcan estrategias de ataque, insaciables a la hora de comer cerebros humanos (lo único que hace que dejen de tener esos dolores causados por su estado) y que se comunican con los humanos expresando su nivel de desesperación e incluso engañándolos para tener más “comida” fresca.

La película tiene un aire muy ochentero y posee unos personajes de lo más rocambolesco. Desde los jefes del almacén hasta el extravagante embalsamador de cadáveres, pasando por esa horda de punkis sin demasiada destreza a la hora de combatir zombies hambrientos. Dentro de ese grupo de jóvenes que no tiene nada mejor que hacer que irse de fiesta a un cementerio, destaca esa chica amante de la muerte y que posee una facilidad para el despelote acojonante. Resulta complicado clasificar el film puesto que, aunque en toda el metraje haya un marcado tono humorístico (siempre muy negro y con regusto macabra), también hay instantes terroríficos como SPOILERS el suicidio del jefe en el horno o las escenas gore en las que se ven a los zombies comer explícitamente cerebros humanos FIN SPOILERS. Una atmósfera de lo más conseguida, un ritmo que nunca decae (lo bueno de tener una duración acorde al tipo de producto que es), una dirección correcta y unas actuaciones que (por suerte) no se toman demasiado en serio sus papeles, convierten a “El regreso de los muertos vivientes” en un pequeño clásico a reivindicar (a pesar de su precipitado final, que por cierto supone una puyita más al ejército americano de las muchas que tiene el film).

Os dejo con los 10 primeros minutos de la película en donde se nos presenta a los tres personajes principales, el lugar de los hechos (el almacén con toda esa colección de ricuras macabras) y nos narra cómo se desata el contagio zombie (de la forma más estúpida posible, todo sea dicho). El diálogo entre el jefe y el chico que acaba de incorporarse, es todo un ejemplo de metalenguaje cinematográfico a la hora de usar lo acontecido en otro film (en este caso “La noche de los muertos vivientes” de George A. Romero) como base para explicar de donde proviene el mal que reside en el sótano del edificio. Espero que disfrutéis de esta escena (en VOSE).

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Xavi Darko

Hastiado de los klingons y trolls que proliferaban en mi escuela secundaria, acabé mudándome a Tatooine, un lugar libre de trekkies en donde a pesar de los cansinos Tusken, abundaba el buen tiempo, el mercadeo y las carreras de vainas. La paz y la tranquilidad reinaban hasta que un buen día quedaron quebrantadas por la irrupción de un tipo peculiar cuyo perfil se ajustaba al de los tifosi radicales del AC Milan. Se hacía llamar Darth Maul y entre hostia y hostia me rebeló que era mi padre. Como buen desertor sith, decidí migrar a un planeta verde y fértil llamado Endor del cual fui posteriormente desterrado debido al incendio masivo de cabañas de unos cada día más insoportables ewoks. Sin ganas de más mamoneo intergaláctico, decidí volver al mundo real y escribir sobre cine, tanto del que adoro como del que aborrezco. Cuando me jubile espero vivir en Hill Valley y escribir críticas positivas de las cintas de Uwe Boll.

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