Cada tantos años aparece una película que nos hace reconciliarnos con el cine de calidad y recordarnos por qué amamos el séptimo arte. Aunque muchos puristas no estén de acuerdo con estas afirmaciones, para un servidor el cine es ante todo emoción y alma, por encima del resto de elementos. Todo film que conmueve al espectador sin caer en la manipulación ni en efectismos baratos, creando con éste un vínculo mucho más potente que cualquier otro, es digno de mención. Sin duda Wall•E” es uno de ellos.
Pixar siempre se ha caracterizado por su inteligente minimalismo a la hora de mostrar tanto las relaciones como los hechos (con una economía cinematografía asombrosa), por una narración siempre trabajada (los personajes rara vez están desdibujados) y por no olvidar nunca la buena evasión para el gran público. Pixar, el perfecto paradigma de toda compañía de animación, son ante todo cineastas además de excelentes animadores, capaces de ofrecer films de una profundidad y una belleza difícilmente igualables dentro del cine norteamericano actual tanto de animación como de acción real.
Es cierto que “Wall•E” no es una obra totalmente perfecta, pero ¿qué más da?. Estamos ante una de las mejores (y más exquisitas) películas románticas de la historia del cine, con una primera hora asombrosa de puro cine mudo (con guiño a “La quimera del oro” incluido) y un elegantísimo desenlace que rezuma buen gusto cinematográfico por los cuatro costados. Sin embargo, aunque no pese en exceso dentro del cómputo global, la segunda mitad de la película resulta algo tediosa y carente de ritmo -justo cuando irrumpe el hombre en pantalla (curiosamente los menos humanos de la trama)-, y rompe ligeramente con la maestría y el riesgo anteriormente mostrado, lo cual no quiere decir que durante esos minutos no hayan momentos de lucidez pixariana, pero con altibajos.
Os dejo con dos escenas, ambas en HD y VOSE. La primera (de minuto y medio) muestra como Eva accede a su cámara de seguridad y ve como Wall•E (ese pequeño y carismático robot que parece el hijo de Johnny 5 de “Cortocircuito”) cuidó de ella mientras estuvo apagada, intentando despertarla. La segunda (de unos cinco minutos), tremendamente física como la mayor parte del film, es el emotivo final cuando Eva tras unos desesperados intentos, consigue arreglar completamente a su querido amigo y al fin los sentimientos robóticos afloran. Y es que cuando se trata de sentimientos, de amor verdadero, sobran las palabras.
Vaya, es de las pocas peliculas de animación que me faltan por ver. A ver si puedo echarle un ojo.
Es cierto que la semejanza con cortocircuito es abismal. Quizá algun tipo de homenaje al emblematico robot o pura casualidad?
Hola Fran,
“Wall·E” es un must see, miratela cuando puedas porque es cine en mayúsculas!!. Sobre “Cortocircuito” es cierto que tiene un razonable parecido, aunque no sé si se tratará de un homenaje.
Saludos!
Parece que Up se llevó la fama en su momento, pero la que pasará a la historia será Wall-E. Es una magnífica lección de cine.
Bueno, ambos son magníficos films acerca del amor, pero quizás “Wall·E” sea más completa, sutil y perfecta, aunque en su segunda mitad baje algo el nivel para mi gusto (cualquier escena con humanos vamos). En cuanto a “Up”, tiene momentos de enorme cine (como la escena que publiqué en su día en este blog) pero éstos se combinan con otros que pecan un tanto de infantiles y lastran un poco el resultado final, pero aún así, es otra asombrosa cinta que emociona inteligentemente, como de costumbre en Pixar.
Saludos!