En los años ochenta y durante la Revolución Cultural, la Quinta Generación china liderada sobre todo por Zhang Yimou, Chen Kaige y Tian Zhuangzhuang, se dedicó a hacer un cine combativo y comprometido con su realidad, cuyas obras contenían una renovada fuerza estética y un realismo impreso en las imágenes.
Las temáticas transitaban alrededor de la crítica social y política del momento, con tramas incómodas y propuestas formales arriesgadas. Un ejemplo sería “Tierra amarilla” (1984), de Chen Kaige (film evento de esta generación) y en como retrata la figura del soldado (metáfora clara del poder comunista) incapaz de solucionar ni erradicar la tristeza existente abandonando finalmente su misión. En dicho film ya podemos observar detalles en una puesta en escena muy trabajada, una planificación conseguida y una fotografía (uno de los elementos más cuidados y que más se ha experimentado dentro de este Generación, consiguiendo resultados realmente cumbres en los ochenta.) a cargo de Zhang Yimou destacable, usando una paleta de tonos ocre realmente eficaz. Otra obra destacable dentro de ese período sería “Sorgo Rojo” (1987), de Zhang Yimou (haciendo tareas no solo en el ámbito de la dirección de fotografía sino también como realizador por primera vez), con un final lleno de ira y desesperanza, acentuado por esa fotografía de tono carmesí.
El papel de la mujer se vuelve mucho más decisivo dentro de esta Generación, claros ejemplos de ello son películas como “Ju Dou (Semilla de crisantemo)” (1990) o sobre todo “Qiu Ju” (1992), ambas de Zhang Yimou, y en esta última, con una cámara para nada estática, con un aire de innegable carácter documental y rodada en escenarios naturales. Otras cintas destacables en esa etapa serían “El gran desfile” (1985), de Chen Kaige, “El rey de los monos” (1986), de Tian Zhuangzhuang o “La linterna roja” (1991), de Zhang Yimou, que ayudarían a consolidar un cine en auge.
Os dejo con una escena de “Sorgo Rojo” (1987), uno de los films chinos cumbre de los 80 con un trabajo en la dirección y en la fotografía encomiable y unas interpretaciones colosales de Gong Li y Jiang Wen en sus respectivos papeles. Posiblemente la mejor película de Zhang Yimou.