Cuatro jóvenes estudiantes con ganas de mucha juerga acaban en la cárcel, tras ser sorprendidas en una casa llena de drogas durante sus locas vacaciones escolares de primavera (spring break). Pronto salen bajo fianza gracias a un joven traficante de armas y de drogas (James Franco) que ve en las chicas a unas potenciales delincuentes que usar para sus intereses.
“Spring breakers” es, sin lugar a dudas, una de las mejores películas del 2012 audiovisualmente hablando. Bizarra, hipnótica, polémica, voluntariamente obscena, inclasificable, genuina, caótica y brillante (tanto a nivel narrativo -muy deudor del noir con esa voz en off- como estético). En ella encontramos personajes al límite, situaciones surrealistas, atmósferas que combinan luz con sordidez, una línea argumental alocada, una dirección de fotografía acojonante, algún que otro plano secuencia (el del primer atraco es una maravilla) y un montaje para quitarse el sombrero. James Franco está en su salsa interpretando a esa nueva versión de Tony Montana en plan bad boy fiestero en este experimento cinematográfico que reúne todo un mosaico de formas y filigranas visuales a cuál más fascinante, con ecos a Jean-Luc Godard (por su frescura, riesgo cinematográfico, nihilismo juvenil y reformulación de géneros), Paul Verhoeven (por su falta de escrúpulos y las abundantes escenas de sexo), Oliver Stone (porque el uso que se hace del color recuerda al de algunas películas suyas como “Asesinos natos”), Hou Hsiao-Hsien (por esos ambientes nocturnos repletos de neón y sordidez que evocan a “Millennium Mambo”), Michael Mann (porque su look visual conecta con cintas como “Miami Vice” (2006) sobre todo por la textura de la imagen, su experimentación y la importancia estética del entorno como si de un personaje más se tratara) o Brian De Palma (por las estilizadas escenas de ralentí) entre otros.
Que los tacos y el sexo no confundan al personal, no se trata de una obra mediocre ni vulgar, sino más bien de un rara avis en clave de neo-noir repleto de poesía pop. Os dejo con una de las mejores escenas del año pasado (en HD y VOSE) y sin duda uno de los WTF estrella del film: el ‘momento Everytime’ con James Franco al piano (y los coros de esas nuevas terroristas del mainstream) tocando el famoso tema trash de Britney Spears, con una puesta de sol rosada y unos planos que rebosan violencia estilizada. Ese momento mágico e íntimo funciona como danza ritual para unas bitches que acaban de perder su virginidad delictiva (como se puede ver en los flashbacks) uniéndose a las fechorias del gangsta. Un retrato visceral y nada compasivo de una generación que ha crecido devorando productos audiovisuales prefabricados.