AVISO: Las siguientes escenas contienen momentos de violencia explícita y ketchup a granel. Estómagos sensibles abstenerse.
En una Universidad de los Estados Unidos, una chica es asesinada y su cadáver aparece sin la cabeza. Al poco tiempo, otra chica perece en la piscina de la Universidad con su cuerpo destrozado. La policía decide poner una agente en la Universidad, camuflada como profesora de tenis. Posteriormente, una periodista que investiga las muertes, es también asesinada, y otras dos chicas fallecen con sus cadáveres horriblemente mutilados.
Hablar de Juan Piquer Simón es hablar de valentía, ambición y mucha desvergüenza. Esta suerte de Roger Corman a la española (salvando las distancias) o mejor dicho, nuestro Ed Wood, nos regaló joyas de incalculable valor friki tales como “Supersonic man” (ese híbrido deliciosamente infecto entre Superman y Star Wars), “La grieta” (cutrez en las profundidades marinas), la delirante y altamente viscosa “Slugs“, cintas de aventuras como “Los diablos del mar” (que jugaba en la misma liga regional de “Serpientes del mar” de Amando de Ossorio) y “Viaje al centro de la Tierra” (sorprendentemente una de las mejores adaptaciones del clásico de Verne, ya que al menos consiguió captar el espíritu de la novela, eso sí dejando de lado unos anticuados y mediocres efectos especiales) o fantastía espacial con “Los nuevos extraterrestres” (la execrable respuesta española al film de Spielberg “E.T. El extraterrestre” con los hermanos Calatrava de protagonistas).
Su film más celebrado sigue siendo “Mil gritos tiene la noche“, un clásico del slasher patrio con referencias directas al giallo italiano aunque sin su exquisita estética, que gracias a una turbia atmósfera y a un sonido verdaderamente malsano consiguen equilibrar a una cinta con algunos problemas de peso (un desarrollo muy previsible, actores bastante justitos, errores gordos de raccord y un guión endeble).
La cinta posee generosas dosis de ketchup y casquería para dar y vender por tanto no es apta para estómagos sensibles, sin embargo el poco trabajado guión da pie a situaciones bastante ridículas que aseguran más de una carcajada entre muerte y muerte (que un estudiante cotilla y una falsa tenista -tensión sexual incluida- resuelvan -para la policía inepta- un caso de psicópata en el campus es de traca). Y es que el cine del realizador valenciano aunque resulta bastante cutre, tiene mucho encanto y rezuma pasión por el séptimo arte de un marcado regusto grindhouse.
En este caso, las escenas gore están muy curradas y cada una se presenta de forma distinta a la anterior. Las hay de una brutalidad insoportable para cierto tipo de espectadores y otras que aseguran risas de lo ridículas que llegan a ser (esa amputación en medio del parque a plena luz del día sin que absolutamente nadie vea nada xD).
Os dejo con el inicio del film (que trata el trauma infantil del psychokiller y su obsesión por las piezas de puzzles eróticos) y el célebre asesinato en cámara lenta en la cama de agua. La primera escena ya deja constancia de lo mal construídos que están los personajes (ojo a la reacción tan inverosímil de la chacha, que en cuestión de microsegundos cambia su estado emocional por completo) y de lo barato que ha costado todo. A la segunda (a partir de minuto 7:18), le prevé una escena verdaderamente chanante en donde la no-tenista y el alumno que ahora hace de investigador privado, encargados de vigilar los pasos del asesino como si de becarios de la policía se tratase (el inspector jefe anda demasiado ocupado con los Donuts), se encuentran en medio de la oscuridad del campus a un chinorris, imitador barato de Bruce Lee, que reparte hostias de kung-fu sin motivo alguno. Un WTF? en toda regla.
Las dos secuencias que os adjunto a continuación contienen escenas duras y de textura sucia y perturbadora, quedáis avisados. Seguro que el enfermo de Eli Roth las disfruta.