Después de recibir un “premio” por correo, Woody Grant, un anciano con síntomas de demencia, cree que se ha vuelto rico y obliga a su receloso hijo David a emprender un viaje para ir a cobrarlo. Poco a poco, la relación entre ambos —rota durante varios años por los continuos desvaríos etílicos de Woody— tomará un cariz distinto ante la sorpresa de la madre y del triunfador hermano de David.
Brillante retrato poético sobre la vejez y los lazos familiares (algo recurrente en la filmografía de Payne), de tono existencialista, que recuerda al Lynch de “Una historia verdadera”. Una road movie (como “Entre Copas” y “A propósito de Schmidt”) que rezuma nostalgia y humanidad por los cuatro costados, que combina a la perfección comedia con drama y que construye al personaje principal a través de la mirada ajena (familiares, amigos y conocidos). Cine de alta calidad con una factura exquisita (atención a la cuidada textura) y unas interpretaciones magníficas de todo el elenco destacando sobre todo a Bruce Dern, June Squibb, Stacy Keach y a un correcto Will Forte. De esas películas que se disfrutan todavía más en el segundo visionado y es que aunque pueda parecer una historia simple, es justamente lo contrario. Lo importante no es el final, sino el camino.
Os dejo con 101 capturas (93 del film y 8 de los contenidos adicionales) en calidad 1080p de este sensacional drama rural de corte crepuscular acompañadas por la brillante partitura de Angelo Badalamenti para “The Straight story“. La calidad de imagen es soberbia luciendo como nunca esa exquisita fotografía en blanco y negro del operador griego Phedon Papamichael. El sonido cumple y posee contados efectos (lógico en este tipo de propuesta) y en cuanto a los contenidos adicionales, únicamente incluye un making of (HD) de 28 minutos. Bastante pobre en este apartado teniendo en cuenta los extras de “Los descendientes” o el desternillante audiocomentario de “Entre copas“.
Hastiado de los klingons y trolls que proliferaban en mi escuela secundaria, acabé mudándome a Tatooine, un lugar libre de trekkies en donde a pesar de los cansinos Tusken, abundaba el buen tiempo, el mercadeo y las carreras de vainas. La paz y la tranquilidad reinaban hasta que un buen día quedaron quebrantadas por la irrupción de un tipo peculiar cuyo perfil se ajustaba al de los tifosi radicales del AC Milan. Se hacía llamar Darth Maul y entre hostia y hostia me rebeló que era mi padre. Como buen desertor sith, decidí migrar a un planeta verde y fértil llamado Endor del cual fui posteriormente desterrado debido al incendio masivo de cabañas de unos cada día más insoportables ewoks. Sin ganas de más mamoneo intergaláctico, decidí volver al mundo real y escribir sobre cine, tanto del que adoro como del que aborrezco. Cuando me jubile espero vivir en Hill Valley y escribir críticas positivas de las cintas de Uwe Boll.