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Crítica: “Posesión infernal” (Fede Álvarez, 2013)

edead_poster2Mia y David son dos hermanos no demasiado unidos que han perdido recientemente a su madre y que deciden reunirse con unos viejos amigos para desconectar del mundo en una antigua cabaña en el bosque. Allí encuentran el libro de los muertos y uno de ellos decide leer los pasajes escritos en él. Decidida a abandonar el tratamiento de antidepresivos, Mia empieza a notar que algo no va bien y cuando les dice a sus amigos que ha sido atacada por los árboles del bosque estos piensan que tiene alucinaciones y que todo es debido a un efecto rebote de la medicación. Sin embargo ella sigue viendo cosas raras: una cara ensangrentada en el espejo, ruidos que provienen de las profundidades del bosque e incluso llega a vomitar sangre… pero nadie la tomará en serio hasta que el demonio que habita en la casa posea su cuerpo y tome el control.

Allá por 1978 y tras un buen puñado de cortos en super 8, Sam Raimi, Bruce Campbell y varios colegas de instituto se fueron al campo a pasarlo en grande experimentando y de paso filmar ‘Within the Woods’, mediometraje amateur gracias al cual conseguirían financiación para rodar su primer largo: la seminal ‘Posesión Infernal’ (The Evil Dead, 1981) [1], una horror movie de marcada serie B que se caracterizaba por un innegable ingenio a la hora de abordar soluciones cinematográficas puramente artesanales con un presupuesto de cuatro duros (menos de 400.000 dólares). El resultado fue asombroso, fresco y genuinamente divertido. Abundaban los planos imposibles, los travellings caseros, una atmósfera tremendamente conseguida -usando trucos de la vieja escuela-, una hiperbolizada violencia y un descaro cinematográfico descomunal. Las excelentes secuelas de la saga, que aunaban surrealismo, gore y comicidad, encumbraron definitivamente a Sam Raimi como uno de los reyes del splatstick cinematográfico y a Bruce Campbell como un icono del cine de terror de los 80-90.

Treinta y dos años han pasado hasta que el film ha sido objeto de remake, aunque eso sí, bajo la producción y supervisión de Sam Raimi y Bruce Campbell. Mucho se ha hablado de una de las películas más esperadas del año en lo que a género de terror se refiere y el hype estaba bien arriba tras hacernos flipar literalmente con unos trailers -sobre todo los red band- que destilaban mal rollismo y hemoglobina por los cuatro costados, pero hay que ser francos y no dejarse llevar por las críticas exageradamente positivas que ha cosechado y los aplausos desproporcionados. Desde luego, si uno ha visto obras tan perturbadoras y malsanas como ‘El resplandor’ o ‘El exorcista’, la nueva ‘Posesión infernal’ [2] no será la “experiencia más aterradora que vas a vivir” como nos pretende vender su ya cansina campaña promocional. Está claro que estamos ante un producto de buena factura, sin concesiones a la galería y con escenas ejecutadas de forma eficaz, pero de ahí a generar miedo de verdad va un trecho.

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Película bruta como pocas. Mucho maquillaje y (según dicen) nada de CGI, como debe de ser.

Si en la ópera prima de Sam Raimi cambiaba la profanación de un cementerio indio (de ‘Within the woods’) por un ente demoníaco, donde todo giraba alrededor del Necronomicón lovecraftiano como la causa desencadenante del horror; en esta nueva versión dirigida por el debutante Fede Álvarez (que ha covencido a Raimi con apenas dos cortos) se repiten esquemas pero variando trama y personajes, en una relectura cocinada para las nuevas generaciones. Ya no nos encontramos a un grupo de amigos que van a pasar el fin de semana en una cabaña del bosque por pura diversión, aquí se incluye dos elementos nuevos que justifican su estancia en tan lúgubre lugar: la pérdida y sobre todo la drogadicción juvenil. Mia, la protagonista principal del film, es llevada por su hermano y amigos a un lugar aislado para tratarse la adicción y curarse definitivamente tras varias recaídas (y de paso cerrar una etapa en sus vidas verdaderamente oscura con el reciente fallecimiento de su madre). Un detalle que funciona doblemente: por un lado existe un motivo para buscar un lugar apartado y permanecer en él por muy chungas que se pongan las cosas (aunque este punto roza muchas veces lo inverosímil) y por otro es un recurso usado por el cineasta para que las “alucinaciones” de la protagonista no sean tomadas en serio (la abstinencia de drogas convierte a la chica en una persona agresiva, lo que llevará a sus amigos a no darse cuenta de que en realidad está poseída por demonios que fueron desatados al leer el libro maldito). Todos estos conflictos juveniles huelen a aportación de Diablo Cody al guión.

Otros detalles que varían con respecto a la original son: la ausencia de un héroe de peso como Ash, que las palabras del Necronomicon no sean escuchadas diegéticamente a través de un magnetófono encontrado en el mugriento sótano (recurrir al vídeo o al audio añejo es un recurso que siempre funciona) sino que son leídas directamente por un personaje, la ausencia de esos famosos planos ultrarápidos por el bosque entrando en la cabaña con el fin de atacar a los intrépidos jovenzuelos, y el “primer” final (que resulta bastante más típico y menos eficaz). Y digo “primer” final porque tras los créditos hay más metraje SPOILER con cameo incluido (y de lo más forzado) del mismísimo Bruce Campbell FIN SPOILER.

Y aunque en términos generales ‘Posesión infernal’ (2013) es una película bastante potable, un servidor nota que falla algo. Se esperaba un producto algo más potente y arriesgado, repleto de mal rollo y terror genuino, con escenas de acoso y derribo demenciales que pusieran los pelos de punta. Sin embargo, sólo encontramos casquería gore más vacía que mi hucha, un factor sorpresa nulo y un remake realizado desde una template bastante gastada con el piloto automático en ON. A parte, ‘Evil dead’ recurre cuando lo necesita a efectismos baratos como las subidas constantes de sonido, un adrenalítico montaje y litros de sirope de fresa para intentar ocultar su previsible desarrollo. Y es que en el fondo parece una película destinada a las nuevas generaciones carentes de paciencia, abonadas al “lo quiero aquí y ahora, no voy a esperar”, ya que jamás se toma esas necesarias pausas para que ciertos personajes y situaciones evolucionen progresivamente. La remodelación de los mismos podrá gustar más o menos pero algunos de sus diálogos sobran una barbaridad.

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Bricomanía versión motosierra amputadora meets la tomatina valenciana.

La cinta de Fede Álvarez, por mucho que digan, no renueva absolutamente nada, únicamente se dedica a adorar al film de Raimi [3] desde un excesivo respeto, ofreciendo un espectáculo gore divertido pero desde luego no sensacional. Porque no vale con ofrecer sólo un film polvoriento, sucio, lleno de tacos y con regusto sanguinolento, es necesario crear algo que inquiete y acojone al espectador más curtido. Algo que le incomode en su butaca y a la vez le fascine. En general estamos ante un producto (porque parece todo prefabricado y muy estudiado de antemano) que combina momentos de lo más convencional con otros bastante perturbadores (que no terroríficos) que harán las delicias de los amantes del ketchup más salvaje (con claras influencias -voluntarias o no- del J-Horror y maquillajes que recuerdan a ciertas películas de terror de la reciente ola francesa como ‘À l’intérieur’), destacando esa lucha de jeringas, el escaso pero efectivo humor negro, el beso víbora, la explícita amputación, el ataque vaginal y sobre todo el tramo de la lluvia hemoglobínica, sin duda la parte más lograda, eficaz y radical de esta propuesta.

Es evidente que esta nueva versión no va a alcanzar el impacto que tuvo su hermana mayor en la serie B (quizás es menos ignorante pero también mucho menos suicida), pero aún así, se agradece ver cine de terror bestia exento de mojigatería (os aseguro que no se ha escatimado en litros de Orlando), tan seco como directo, que evita refugiarse en el humor teen tan típico de algunos execrables remakes, a la vez que elude caer en el desagradable torture porn de turno. Otro punto a su favor es el hecho de haber apostado por el maquillaje clásico dejando de lado el tan de moda CGI. Según los responsables del film no han usado nada de ordenador, pero ciertas escenas dejan al espectador con la duda. Habría sido interesante ver como Alexandre Aja y su equipo redefinían esta historia tras comprobar su excelente trabajo en las nuevas versiones de ‘Las colinas tienen ojos’ y ‘Maniac’.

En definitiva, ‘Evil dead’ (2013) es cine explícito (estómagos sensibles abstenerse) que reivindica sanamente la casquería y lo polvoriento, de notable factura técnica pero escaso en originalidad, riesgo y descaro, con sangre y bilis a partes iguales, liderado por una Jane Levy espectacular en su descarnado papel y que hará las delicias de los fanáticos del gore (una violencia soportable por las jóvenes audiencias no tan curtidas, todo sea dicho) pero cocinado y servido para las nuevas generaciones esclavas del fast-film: efectismos sonoros por doquier, montaje frenético, personajes estereotipados, tópicos, etc… Un producto digno pero algo decepcionante e impersonal, destinado a espectadores poco exigentes. Personalmente prefiero deconstrucciones del género a lo ‘The cabin in the woods’, capaces de explotar todos los clichés y lugares comunes de las películas de terror utilizándolos como una herramienta para contar una historia más profunda, delirante y prometedora.



[1]: Originariamente su título era ‘Book of the dead’, pero Irvin Shapiro aconsejó que lo cambiaran por ‘Evil dead’. Es una especie de secuela o remake de ‘Within the woods’. Parte del equipo de ésta última (Sam Raimi, Bruce Campbell, Ellen Sandweiss, Tim Philo, Joseph LoDuca,etc…) repitieron en el largometraje.

[2]: Curiosamente, es un remake de un remake, ya que la ‘Posesión infernal’ original de Sam Raimi, se basaba en el corto de éste ‘Within the woods’, cuyos ingresos sirvieron de financiación para el largo. ‘Terroríficamente muertos’ también podría considerarse como una suerte de remake de la primera cambiando el terror y el sexo por un tono más cómico.

[3]: Dos de los guiños al film original son ese Delta 88 oxidado (¿será entonces una pseudosecuela?) y el cameo que hay tras los títulos de crédito. Evidentemente no son tan sutiles como el juego que se traían Craven y Raimi con los carteles rotos. Mientras en ‘Las colinas tienen ojos’ aparecía un póster de ‘Tiburón’ roto por la mitad (queriendo decir: si lo pasásteis mal viéndola, ahora sabréis lo que es el verdadero terror), en ‘Posesión infernal’ Raimi le contestó haciendo lo propio con el citado film de Craven cuyo póster seccionado era encontrado en el sórdido sótano.


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Xavi Darko

Hastiado de los klingons y trolls que proliferaban en mi escuela secundaria, acabé mudándome a Tatooine, un lugar libre de trekkies en donde a pesar de los cansinos Tusken, abundaba el buen tiempo, el mercadeo y las carreras de vainas. La paz y la tranquilidad reinaban hasta que un buen día quedaron quebrantadas por la irrupción de un tipo peculiar cuyo perfil se ajustaba al de los tifosi radicales del AC Milan. Se hacía llamar Darth Maul y entre hostia y hostia me rebeló que era mi padre. Como buen desertor sith, decidí migrar a un planeta verde y fértil llamado Endor del cual fui posteriormente desterrado debido al incendio masivo de cabañas de unos cada día más insoportables ewoks. Sin ganas de más mamoneo intergaláctico, decidí volver al mundo real y escribir sobre cine, tanto del que adoro como del que aborrezco. Cuando me jubile espero vivir en Hill Valley y escribir críticas positivas de las cintas de Uwe Boll.

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